Síndrome de Inmovilidad en el Adulto Mayor y 5 simples hábitos para evitarlo.
Se define síndrome de inmovilidad como el descenso de la capacidad para desempeñar las actividades de la vida diaria, por el deterioro de las funciones motoras. Se caracteriza por la reducción de la tolerancia a la capacidad física, debilidad muscular progresiva y en casos graves, perdida de los automatismos y reflejos posturales necesarios para la deambulación.
El síndrome de inmovilidad provoca un deterioro en la calidad de vida de los adultos mayores haciéndoles cada vez más dependientes, este puede desarrollarse a partir de una dolencia o dolor crónico, o que se puede desarrollar por causas fisiológicas, debido a que las personas se ven obligadas a pasar una temporada en cama debido a una enfermedad, o por un cambio en las conductas, derivadas de una actitud mental que los lleva a limitar sus movimientos por temor o inseguridad al sentirse más débiles.
Se trata de un problema muy peligroso ya que la inmovilidad afecta a la salud general, como lo mencionamos en el post anterior, pudiendo provocar pérdida de masa muscular, problemas en el sistema circulatorio y respiratorio, deterioro cognitivo y, en muchos casos, puede llegar a causar el fallecimiento de la persona.
En la Residencia de Retiro Juan Pablo segundo, especializada en trastornos neurodegenerativos y pacientes encamados de larga estancia, te compartimos 5 hábitos saludables que al incorporar en la rutina diaria nos permitirá retrasar y revertir la incidencia de este síndrome sobre la salud de nuestro adulto mayor:
1.- Mantener la actividad social: Seguir en contacto con otras personas motivará que salga de casa, participe en actividades y evite quedarse aislado. Acudir a un centro de día o reunirse con familiares y amigos es una buena forma de motivarle a seguir activo.
2.- Realizar ejercicio: El ejercicio físico es el principal factor para prevenir la inmovilidad. Una rutina de ejercicio adaptado a sus condiciones físicas la permitirá mantenerse en forma el máximo tiempo posible. Tanto si se trata de actividades dirigidas como simplemente salir a caminar cada día, este movimiento favorece ampliamente la salud y la calidad de vida del adulto mayor.
3.- Recibir algún tipo de terapia física: Tratar contracturas, problemas posturales y alteraciones en las articulaciones facilita el bienestar corporal y ayuda a que se eviten situaciones de inmovilidad prolongada. La terapia física es especialmente importante si el adulto mayor se ha sometido a una operación o ha sufrido un accidente que haya limitado sus movimientos durante una temporada.
4.- Adaptar su entorno: Al envejecer nuestro propio hogar puede convertirse en un obstáculo a la hora de seguir con nuestra rutina diaria. Adaptar la vivienda a sus necesidades le permitirá seguir realizando sus tareas sin caer rápidamente en la dependencia en otras personas.
5.- Apoyar a la persona: En muchos casos la familia ayuda al desarrollo del síndrome de inmovilidad debido a la sobreprotección que ejercen en el adulto mayor. Si se siente inseguro, es mejor acompañarle y ofrecerle nuestro apoyo que ofrecernos a hacerlas por él.