Demencia Senil. 7 síntomas clave para detectarla.
La demencia como tal, es un síndrome neurológico progresivo y se refiere a un conjunto de síntomas que se caracterizan por un deterioro de las funciones cognitivas y que avanza a distintos ritmos. Y se le dice senil ya que hace referencia a la edad avanzada. Por ello, el término demencia senil se aplica a la demencia que se produce en los adultos mayores. Sin embargo, su uso es más bien popular debido a que no existe el término médico. En término médico se le conoce como déficit cognitivo y varía dependiendo del grado de afección cerebral que exista.
La demencia es un trastorno que a menudo se produce en adultos mayores, porque con el paso de los años las neuronas se van deteriorando. Pueden ser más lentos comprendiendo palabras, manteniendo conversaciones, en sus movimientos o, incluso, tener pequeños despistes, pero eso no significa que todas las personas mayores sufran de demencia.
Síntomas de la demencia
La demencia en los adultos mayores se caracteriza por la pérdida progresiva e irreversible de la memoria, el pensamiento, el habla, el entendimiento que afectan a la capacidad de comunicarse y de realizar tareas cotidianas. Los cambios de personalidad y comportamientos también son habituales.
1.- Memoria. La pérdida de memoria es uno de los primeros síntomas que aparecen en las personas con demencia. En una primera fase se puede confundir con pequeños despistes, pero poco a poco se van agravando. Con el avance de la enfermedad además de afectar a los hechos recientes, influyen también sobre conocimientos arraigados en la memoria a largo plazo como son los nombres de familiares.
2.- Lenguaje. Al principio el paciente presenta dificultad para recordar el nombre de objetos, encontrar la palabra adecuada o mantener una conversación. Posteriormente, se añaden los problemas para pronunciar palabras terminando con una incapacidad de hablar.
3.- Pensamiento. El pensamiento se va dificultando con el tiempo, la capacidad de realizar cálculos o trabajar con situaciones complejas disminuye. Su capacidad de comprender está alterada por lo que en muchas ocasiones se producen situaciones de confusión que generan estrés en el paciente.
4.- Personalidad. Los cambios de personalidad es otro rasgo característico de la demencia. El paciente al principio tendrá cambios de conducta que en ocasiones serán inapropiadas, algunos rasgos de la personalidad se pueden agudizar llegando a causar problemas: enfados, respuestas groseras, un afán desbordado por tener razón, etc. Pero con el avance de la enfermedad sus cambios serán más frecuentes llegando a ser agresivos, irracionales y conflictivos.
5.- Desorientación. La desorientación forma parte de los cuadros confusionales, pero al inicio solo se presenta de manera esporádica. Al principio, podrán tener la sensación de que se han perdido, pero enseguida reconocerán el lugar o recordarán donde van. Con el avance de la enfermedad su desorientación será tanto espacial como temporal, es decir, no sabrán donde están, ni en qué tiempo se encuentran.
6.- Discapacidad. Las tareas cotidianas que al principio de la enfermedad no representan un problema, son cada vez más complicadas de realizar. Necesitan ayuda para vestirse, comer, ir al baño, etc. Esas complicaciones más otras derivadas del resto de problemas provocan que vaya descuidando su higiene. El paciente con demencia poco a poco va perdiendo capacidades llegando a necesitar ayuda para llevar a cabo cualquier tarea. Al final de la enfermedad suelen estar encamados y no pueden moverse.
7.- Coordinación. Las funciones motoras no tienen un deterioro por un problema físico como tal. La capacidad de moverse en el paciente con demencia se ve disminuida por la incapacidad de coordinar los movimientos que dificulta que se realicen y favorece la pérdida de musculatura y la atrofia.
En la Residencia de Retiro Juan Pablo II nos especializamos en el cuidado de pacientes con distintos tipos y grados de demencia ya que sabemos que es una enfermedad progresiva que tarda en manifestarse debido a que la evolución es lenta. Es un trastorno que solo se cura cuando ha sido causada por un agente externo como otra enfermedad o un fármaco. Por lo tanto, es irreversible. Según progresa la enfermedad los síntomas que padece el paciente se van agravando hasta que es un enfermo totalmente dependiente y con necesidad de cuidados especiales.