¿Cómo actuar ante una persona agresiva con Demencia?
Los pacientes con demencia tienen las mismas necesidades que cualquier otra persona. Sin embargo, debido a su enfermedad, no son capaces de reconocerlas ni saben cómo satisfacerlas o hacérselas saber a los demás.
La agresividad en adultos mayores puede deberse a algunas enfermedades relacionadas con el deterioro cognitivo, principalmente en las demencias, tanto la demencia tipo Alzheimer, demencias vasculares, demencia frontotemporal, etc.
El enfermo de demencia pasa por tres etapas, y es justo en la segunda de ellas es cuando la conducta agresiva comienza a manifestarse, y como la demencia puede afectar diversas áreas del cerebro entendemos porque los pacientes puedan tener problemas para pensar, recordar, resolver problemas o tener ciertas conductas violentas.
Algunos síntomas de agresividad pueden ser:
- Amenazar.
- Acusar a otros (por ejemplo, de robo).
- Decir groserías.
- Patear, golpear o morder a personas cercanas.
- Ofender a seres queridos.
- Gritar o agarrar cosas.
- No poder controlar sus emociones o sentirse poco respetado.
- Mostrar apatía hacia actividades que antes le gustaban.
- Perder ciertas inhibiciones.
- Despreocuparse por los sentimientos de otros.
En la Residencia de Retiro Juan Pablo II, residencia especializada en trastornos neurodegenerativos te compartimos sencillos consejos para tratar con este terrible síntoma de la demencia:
1.- No te lo tomes personal. Este tipo de padecimientos se caracterizan por alterar el comportamiento de los adultos mayores a un nivel mental. Por eso, alguien que durante toda la vida fue muy tranquilo y pacífico puede convertirse en alguien grosero y agresivo.
2.- No lo culpes. La enfermedad es la que le está generando todos estos cambios y no dependen de la persona. Más allá de las actitudes que tenga, recuerda siempre: No es personal. No tiene nada que ver contigo. Es parte de SU padecimiento. Es un trastorno cerebral.
3.- Evitar las discusiones. Argumentar con el paciente sobre el tema puede resultar un proceso largo y desgastante del que quizá no se obtenga mucho. Quizá pueda comprenderte durante la etapa leve, pero claramente es algo que irá empeorando.
4.- Mantener la calma. Siempre es necesario dirigirse a la persona de un modo respetuoso y en un tono amable.
5.- Identifica los detonantes. Muchos de los problemas tendrán que ver con la enfermedad en sí misma, pero claramente habrá otros que sean 100% evitables. Pueden ser tan sencillos como alguna hora del día, determinada prenda, una persona en específico, la temperatura o determinados ruidos. Cuantos menos detonantes, mejor. Esto puede servir para identificar límites.
6.- Tomarse un tiempo fuera. Estos pacientes suelen olvidar cosas. Y por extraño que parezca, podrías utilizar eso para evitar una conducta agresiva. Si notas que la persona comienza a presentar un comportamiento de este tipo, quizá puedas retirarte y volver en algunos minutos. Puede ser que, pasado ese tiempo, el paciente haya olvidado por qué estaba molesto. Sólo hay que tener la precaución de no dejarlo en un lugar donde estén objetos con los que pueda lastimarse.
7.- Redirigir la atención. Nadie como tú conoces a tu paciente. Es decir, sabes qué le gusta y cuáles son sus aficiones. Enfoca su atención en ello.
8.- Continuar los cuidados establecidos. En la medida de lo posible, es necesario seguir con rutinas claras (como las horas de comer y bañarse), implicar al paciente en todo lo que aún pueda hacer por sí mismo y comunicárselo, conservar objetos significativos para la persona (fotos, objetos) y ser siempre los primeros en detenernos y calmarnos para no empeorar alguna situación que de por sí ya es difícil.