De la necesidad de abordar la Ansiedad y la Depresión como Síndromes Neuro conductuales progresivos #9: Percepción actual sobre el Trastorno de Ansiedad.
El mundo está lleno de personas nerviosas, tensas, aprensivas y preocupadas. A menudo culpan de sus problemas a las tensiones de la sociedad contemporánea. El poeta W.H. Auden se refirió a la época actual como “la era de la ansiedad”. Pero la historia informa que la época actual no es única a este respecto. Los historiadores médicos identificaron periodos equivalentes de ansiedad penetrante que datan de las épocas de Marco Aurelio y Constantino, durante las cuales las sociedades experimentaban cambios rápidos y profundos, y los individuos se veían asaltados por una sensación abrumadora de inseguridad, insignificancia personal y miedo al futuro.
Como la laxitud y la fatiga, el nerviosismo, la irritabilidad y la ansiedad se hallan entre los síntomas más frecuentes que se observan en la práctica de consultorio y del hospital. Una encuesta efectuada en la Ciudad de México encontró que más de 40% de la población experimentó síntomas de ansiedad en un momento u otro y que cerca de 5% de estas personas sufría estados de ansiedad durante toda su vida. Las grandes cantidades de fármacos contra la ansiedad y el alcohol que se consumen en la sociedad actual tienden a corroborar estas cifras. Desde luego todas las personas experimentan cierto grado de nerviosismo y ansiedad cuando afrontan tareas desafiantes o amenazadoras para las que podrían sentirse faltas de preparación e inadecuadas. En estos casos la ansiedad es normal y de hecho el estado de alerta y de tensión que acompañan puede mejorar hasta cierto punto el rendimiento. Del mismo modo el síntoma suele aceptarse como normal si la preocupación y la depresión guardan relaciones claras con reveses económicos graves o pérdidas de seres amados. La ansiedad y la depresión se convierten en una preocupación médica sólo cuando los trastornos viscerales acompañantes son serios.
No hay unanimidad entre los psiquiatras de que síntomas como nerviosismo, irritabilidad, ansiedad y miedo constituyan una reacción emocional única, que varía sólo en su gravedad o duración, o un grupo de reacciones definidas, cada una con características clínicas distintivas. Algunas publicaciones clasifican la ansiedad como una forma de miedo subagudo o crónico. Sin embargo, hay razones para dudar de esta suposición. Los pacientes ansiosos, cuando se asustan bajo condiciones experimentales, señalan que su reacción de miedo difiere en que es más abrumadora. La persona que se acaba de asustar se encuentra “congelada”, incapaz de actuar o pensar con claridad y sus reacciones son automáticas y en ocasiones irracionales. La reacción de miedo se caracteriza por hiperactividad de los sistemas nerviosos tanto simpático como parasimpático, y es posible que los efectos parasimpáticos (bradicardia, relajación de esfínteres) predominen, a diferencia de la ansiedad, en la que los más marcados son los efectos simpáticos. Hace mucho tiempo, Cicero distinguió entre los ataques agudos y transitorios de miedo ocasionados por un estímulo específico (angustia) y el estado prolongado de miedo (ansiedad). Esta distinción fue muy comentada por Freud, quien consideró el miedo como una reacción apropiada a una amenaza externa repentina inesperada y la ansiedad como una mala adaptación neurótica.
La queja de nerviosismo es un poco más difícil de distinguir de la ansiedad. Con este término vago la gente común suele referirse a un estado de inquietud, tensión, intranquilidad, aprehensión, irritabilidad o hiperexcitabilidad. Por desgracia el término también puede tener una gran variedad de connotaciones diferentes, como los pensamientos de suicidio, el miedo a matar a un hijo o cónyuge, alucinaciones angustiantes o ideas paranoides, una descarga histérica franca o incluso tics o temblores. Es obvio que una investigación cuidadosa acerca de lo que el paciente quiere decir con nerviosismo se necesita siempre como primer paso para el análisis de esta molestia.
Con más frecuencia el nerviosismo representa no más que un estado psíquico y conductual transitorio en el que la persona enfrenta un desafío o amenaza por problemas personales difíciles. Algunos individuos se quejan de que toda su vida experimentan nerviosismo o que son nerviosos en forma periódica por alguna razón que no es aparente. En algunos de estos casos los síntomas son casi indistinguibles de los de la ansiedad o la depresión.
En la siguiente entrada escribiré sobre la definición medica clásica del trastorno de ansiedad.