Definiendo el delirio en la Demencia.
El delirio no es una enfermedad sino un síntoma y no aparece, necesariamente, en todos los enfermos con demencia. El delirio se define como: una falsa creencia basada en una inferencia incorrecta relativa a la realidad externa, que es firmemente sostenida, a pesar de lo que casi todo el mundo cree y a pesar de cuanto constituye una prueba o evidencia incontrovertible y obvia de lo contrario.
Los delirios suelen ser frecuentes en las personas con cualquier tipo de demencia desde el Alzheimer hasta la demencia senil que se presenta en los adultos mayores y pueden aparecer en cualquier fase de la enfermedad e incluso ser el primer síntoma, pero generalmente son más frecuentes en las etapas intermedias o avanzadas.
Los delirios más frecuentes en personas con demencias son:
Sentirse observados, que los vigilan, que les roban sus objetos personales, que le quieren quitar las propiedades, que le quieren envenenar o matar de alguna forma, que la casa en la que viven no es la suya, que las personas que salen en la televisión le hablan o están en su casa, nombrar a sus progenitores como si estuviesen vivos.
Cuando el delirio aparece no tiene la misma repercusión en la persona que lo padece, hay quienes lo manifiestan, pero están tranquilos y en cambio en otros, les crea un gran estado de agitación y ansiedad. En la Residencia de Retiro Juan Pablo II, residencia especializada en trastornos neurodegenerativos, sabemos lo difícil que es tratar con los delirios de esta enfermedad, es por eso por lo que te compartimos estas sencillas recomendaciones:
1.- Si los delirios son poco frecuentes y no repercuten en la vida de la persona o adulto mayor ni le crean ansiedad o agitación, no debe darle de momento mayor importancia, pero es conveniente informar a su médico para que esté informado y ver su evolución.
2.- Si el delirio afecta a la vida de la persona o adulto mayor causando conductas anómalas, generándole ansiedad, agitación o miedo, debe informarse a su médico el cual determinará la conveniencia o no de un tratamiento farmacológico.
3.- Nunca se debe discutir un delirio, el enfermo tiene esa idea firmemente aferrada, cree que eso es verdad, está convencido de que sucede. No convierta el delirio en una fuente de discusión.
4.- Si el enfermo es suspicaz, debe evitar hablar en voz baja en su presencia o mantener conversaciones con otra persona mediante claves, pues así reafirmaremos su idea de que los demás hablan y traman algo en contra de él.
5.- Si no escucha bien, hay que procurar hablar en tono de voz audible para él y repetir la información tantas veces como sea necesario.
6.- Cuando manifieste la idea delirante hay que intentar desviar su atención hacia otro tema de su interés y que fije su atención en algo real y, a ser posible, de su gusto.
7.- Si esa idea delirante le hace mostrarse muy inquieto o agresivo, intente tranquilizarle con palabras y gestos de cariño (nunca con gestos bruscos), tono de voz suave y hablándole de algo que sabemos que le gusta y le interesa.