¿Eres el responsable de la vida de un Adulto Mayor o algún ser querido dependiente? 5 sencillos hábitos que te ayudaran a mantener tu salud y la de tu ser querido.
Cuando pensamos en el cuidador de un adulto mayor, o de una persona con discapacidad, solemos asociarlo con un trabajo profesional remunerado, efectuado por un auxiliar o enfermera. Sin embargo, la realidad no siempre es así.
En la mayoría de los casos, son los familiares más cercanos quienes asumen el rol de cuidadores de sus padres, hijos o parientes que necesitan de asistencia permanente.
Ya sea por amor, compasión o por obligación, son muchas las personas que se convierten en cuidadoras. Y es una tarea que, si bien debería ser responsabilidad de toda la familia, lo más frecuente es que recaiga sobre solo una, o unas pocas personas del núcleo familiar.
En la Residencia de Retiro Juan Pablo II, que es una residencia especializada en trastornos neurodegenerativos y pacientes dependientes de larga estancia, creemos que el rol del cuidador es fundamental para brindar dignidad y calidad de vida a sus seres queridos.
Incluso, el cuidador debe velar por la seguridad del adulto mayor, y estar pendiente de evitar cualquier accidente que pueda ocurrir y eso puede resultar muy estresante.
Los estudios han demostrado que los cuidadores tienen una tasa de mortalidad 63% más alta que los no cuidadores. Atender constantemente a una persona, y abordar los riesgos de su cuidado, genera presión física, emocional y mental que muchas veces no es valorada por la sociedad y que repercute nocivamente en la salud.
Es altamente probable, que todas aquellas personas que cuidan de un familiar a tiempo completo experimenten estrés en mayor o menor medida, de acuerdo con la situación del enfermo.
Es muy importante tener en cuenta que mientras mayor sea la tensión de un cuidador, menor será la calidad de vida de un paciente.
Por lo tanto, aquí te damos 5 consejos para para mejorar su calidad de vida y aliviar el estrés de la rutina:
Mejorar el descanso: El mal descanso acarrea otros malestares y enfermedades, como migrañas, malhumor, tristeza, dolores físicos, falta de fuerza y concentración, y hasta problemas cardiovasculares.
Compartir las tareas: Pedir ayuda no es un signo de debilidad, todo lo contrario. En la medida que sea posible se debe conversar con el núcleo familiar; hijos, hermanos, nietos, y dividir las tareas del cuidado para que no sea un peso emocional y físico para una sola persona. Siempre debe contemplarse la opción de contratar a un enfermero o cuidador profesional para que pueda resolver las tareas más pesadas, como la higiene, movilidad y la actividad física de un paciente.
Fomentar la independencia: Si un adulto mayor o persona con discapacidad puede tener cierta autonomía, se debe intentar fomentarla y permitir que siga haciéndolo. Se recomienda NO cargar con trabajo innecesario si la persona colabora, tiene fuerzas, motivación y/o energía.
Hazte un tiempo libre, apóyate en amigos: Despejar la cabeza de vez en cuando nos hace muy bien y no debería hacernos sentir culpa. Necesitamos salir de la situación emocional en la que el mundo se desmorona si no estamos presentes, al menos por unos minutos al día.
Protege tu cuerpo: Esto es sumamente importante cuando se es cuidador, sobre todo cuando deben hacer fuerza, realizan movimientos repetitivos, y más aún si también los cuidadores son adultos mayores o no están en condiciones físicas para realizar este tipo de tareas.
Procura mantener segura tu cintura y espalda con el uso de fajas ortopédicas, aliméntate bien, haz ejercicios, sal con tus amigos, comparte actividades en pareja, y no olvides descansar.