¿Qué es el síndrome del cuidador, cómo identificarlo y qué hacer para prevenirlo?
El llamado síndrome del cuidador se da en quienes dedican gran parte de su tiempo a cuidar de personas o adultos mayores dependientes. La exigencia que ello conlleva puede llevar al cuidador a un estado anímico de agotamiento, tanto físico como emocional.
La persona cuidadora a menudo puede verse tan desbordada por las circunstancias que relegue a un segundo plano su cuidado emocional y físico. Nadie está preparado para afrontar una situación así y muchos cuidadores presentan síntomas de ansiedad o depresión.
A menudo pueden sentirse frustrados, con la sensación de no llegar a todo lo que tienen que hacer. La situación los absorbe de tal manera que muchas veces se ven obligados a dedicar menos tiempo a sus hijos, pareja o amigos, o a dejar de hacer aquellas cosas que les gustaban y les proporcionaban bienestar, acusando una gran sensación de falta de libertad. Consecuentemente, uno de los principales riesgos para el bienestar del cuidador es caer en el aislamiento social.
En el contexto del síndrome del cuidador es frecuente sentir impotencia y rabia, así como sentirse abandonado o percibir que otros familiares se desentienden de la situación y de las necesidades de cuidado de la persona dependiente. Con frecuencia, además, los cuidadores se sienten culpables por creer que no están atendiendo suficientemente bien a su ser querido.
Este conjunto de emociones, sensaciones y pensamientos puede desembocar fácilmente en problemas psicológicos y físicos. Tanto es así, que cerca de un 90% de los cuidadores presentan alguna afección del estado de ánimo, como apatía, irritabilidad, ansiedad o trastornos depresivos. También pueden sufrir dolores musculares o de cabeza, alteraciones del sueño o desajustes gastrointestinales, entre otros.
Las señales de alerta de este síndrome son: Cansancio persistente, problemas de sueño, disminución o abandono de las aficiones, desinterés por vivir nuevas experiencias, elevada irritabilidad, dolores o molestias sin tener algún problema de salud aparente, aislamiento social, consumo de ansiolíticos, niveles de estrés y/o ansiedad elevados.
En México, en el 90% de los casos, la atención directa y los cuidados que requieren las personas con Alzheimer, o algún otra demencia o enfermedad orgánica cerebral como la Enfermedad de Parkinson, recaen en la familia. Suele ser el cónyuge, o menos frecuentemente algún hijo o hija, quien se responsabiliza de atender al ser querido que, a medida que avance la enfermedad, será cada vez más dependiente.
Es importante detectar cuanto antes las manifestaciones del síndrome del cuidador para actuar y procurar reconducir la situación.
Es por lo que, La Residencia de Retiro Juan Pablo II, Residencia especializada en trastornos neurodegenerativos, te recomienda para prevenir el síndrome del Cuidador:
a) Conocer la enfermedad. Es importante conocer los síntomas en cada una de las fases para comprender por qué el ser querido actúa de la forma en que lo hace.
b) Aprender a pedir ayuda. La persona cuidadora, en ocasiones, se atribuye ella misma toda la responsabilidad del cuidado. Es importante aprender a identificar qué tipo de ayuda se necesita y no tener reparos en pedirla.
c) Reconocer y expresar los propios sentimientos. Para poder gestionar correctamente los sentimientos, primero es necesario reconocerlos. Es normal sentir frustración o ansiedad, pero es importante expresarlo y compartir cómo nos sentimos.
d) Aprender a manejar los síntomas de la enfermedad. Aprender estrategias para sobrellevar mejor la apatía, la desorientación, la agitación, los delirios u otros síntomas que pueda presentar la persona a la que cuidamos, es clave para no sentirse desbordado por la situación.
e) Dedicar tiempo a uno mismo. El cuidador también debe atender a su propia salud y bienestar. Dedicando tiempo a su ocio e intereses, conversar con amigos y familia, dormir las horas necesarias, llevar una alimentación saludable, practicar técnicas de relajación, realizar actividad física, visitar al médico de forma regular, cuidar sus emociones y aprender a gestionarlas.