¿Qué es la Fragilidad en el adulto mayor y qué relación tiene con la enfermedad del riñón?
La fragilidad constituye un síndrome multidimensional, caracterizado por la pérdida de masa corporal magra (sarcopenia), debilidad y disminución de la resistencia al ejercicio físico, que conduce a una disminución de la actividad y pobre respuesta al estrés. La actividad reducida, a su vez, empeora la sarcopenia y la debilidad, que conlleva a una tendencia en espiral hacia el deterioro funcional e incrementa el riesgo de muerte.
En la Residencia de Retiro Juan Pablo II, Residencia especializada en trastornos neurodegenerativos, sabemos que el reconocimiento de la existencia de la fragilidad y su oportuna medida evaluativa debe formar parte del manejo clínico de la Enfermedad renal en adultos mayores.
La enfermedad renal crónica (ERC) se define según las actuales guías Kidney Disease Improving Global Outcomes, como la presencia de un filtrado glomerular inferior a 60ml x minuto (durante al menos 3 meses) o a la existencia de una lesión renal demostrada de forma directa en una biopsia renal o de forma indirecta mediante la presencia de albuminuria, alteraciones en el sedimento de orina o en técnicas de imagen.
En los últimos años el concepto de fragilidad como «estado de prediscapacidad» se ha extendido de forma amplia en todos los que trabajamos en beneficio de los adultos mayores. Su importancia radica no solo en su elevada prevalencia —superior al 25% en mayores de 85 años—, sino a que es considerada un factor de riesgo independiente, que confiere a los adultos mayores que lo presentan un riesgo elevado de discapacidad, institucionalización y mortalidad.
El estudio de la función renal es relevante en pacientes que soportan gran carga de comorbilidad, habiéndose encontrado una importante asociación entre la enfermedad renal crónica y el desarrollo de eventos clínicos adversos como la enfermedad cardiovascular, la insuficiencia cardiaca, la enfermedad renal terminal, el incremento de la susceptibilidad a infecciones y el mayor deterioro funcional.
La fragilidad puede ser una situación reversible, por lo que su estudio en el paciente con enfermedad renal crónica es de especial interés.
El envejecimiento fisiológico se ha relacionado con procesos de inflamación, pérdida de la densidad ósea y la presencia de enfermedad vascular aterosclerótica. Se ha reconocido que, como parte de este proceso, existe un leve declive de la función física y cognitiva, así como de las funciones metabólicas.
Cuando estos procesos ocurren de forma simultánea, se generan cambios fisiológicos que interactúan entre sí y que podrían explicar el «envejecimiento no exitoso» como lo mencionado en la entrada anterior, vinculado con mecanismos de inflamación acelerada, enfermedad mineral ósea y enfermedad vascular, desencadenando eventos adversos como caídas, fracturas y mayor mortalidad.
La progresión a un estado de fragilidad ocurre a partir de las alteraciones físicas y bioquímicas, que condicionan una depleción de las reservas fisiológicas y dejan al adulto mayor expuesto, «frágil» e incapaz de responder de forma apropiada frente a eventos de estrés.
Se ha descrito que el factor de peor pronóstico en adultos mayores con Enfermedad Renal Crónica lo da el grado de dependencia y la comorbilidad, ambas condiciones relacionadas con el desarrollo de fragilidad.