¿Sabes cómo ayudar a tu Adulto Mayor a recuperar la movilidad? Aquí te damos algunos consejos para su rehabilitación.
En muchos casos donde ocurre el síndrome de inmovilidad es importante mantener una rehabilitación constante o aproximación progresiva al movimiento, por esta razón en la Residencia de Retiro Juan Pablo II, residencia especializada en trastornos neurodegenerativos y pacientes encamados de larga estancia te compartimos algunos consejos para mantener sano a tu adulto mayor:
Paciente encamado: Si la inmovilidad es total deben realizarse cambios posturales pasivos, como mínimo cada dos horas, asegurando que la postura sea correcta para evitar espasticidad, contracturas o posturas viciosas (especialmente importante tras un accidente cerebrovascular o ictus). Se iniciarán ejercicios, inicialmente pasivos, para aumentar el rango de movilidad articular. Las maniobras deben realizarse cuidadosamente, con movimientos continuos y mantenidos, sin provocar dolor. La aplicación de calor húmedo suave sobre las articulaciones hace posible que el estiramiento sea mayor y se reduzca el dolor. En cuanto sea posible el paciente debe realizar ejercicios de movilización activa en la cama: girar hacia los lados y flexionar el tronco hacia delante. Hay que ayudar al paciente a sentarse en el borde de la cama periódicamente, con los pies apoyados en el suelo, aumentando el tiempo de sedestación poco a poco, hasta que mantenga el equilibrio sin ayuda y pueda estar sentado media hora tres veces al día.
Sedestación en sillón: La transferencia de la cama a la silla se hará estando el adulto mayor sentado en la cama, con los pies apoyados en el suelo, asirá los brazos del sillón e impulsará el cuerpo. Se debe aumentar progresivamente el tiempo que el paciente está sentado fuera de la cama a lo largo del día, comenzando por una hora dos veces al día. Es importante que mantenga una postura correcta (tronco erguido y cabeza alineada), si es preciso con la ayuda de almohadas, y que siga ejercitando la movilización de miembros. La elevación de los pies sobre una banqueta ayudará a prevenir la aparición de edemas. La sedestación es el objetivo mínimo que se ha de conseguir en todo paciente, ya que al mantener la postura vertical del tronco se facilita la alimentación y se evita la aspiración. La sedestación tiene además un efecto psicológico positivo.
Bipedestación: El Adulto Mayor debe intentar levantarse y mantener la bipedestación ayudado por una persona o apoyándose en un andador situado enfrente. Debe mantener la posición erecta sin flexionar caderas ni rodillas. En los primeros días es normal que el paciente refiera gran inestabilidad, por lo que se debe realizar muy progresivamente. Se practicará el equilibrio con el apoyo sobre un solo pie y de forma alterna, con los pies en tándem.
Deambulación: Se debe practicar la deambulación diaria, a paso lento pero con distancias crecientes, contrarrestando el miedo a caer y vigilando la aparición de automatismos (por ejemplo el balanceo de brazos). Inicialmente se puede utilizar un andador y luego pasar a un bastón o sin apoyo. Hay que vigilar la tolerancia cardiorrespiratoria. El objetivo es conseguir que el adulto mayor sea capaz de caminar por su domicilio y realizar las actividades de la vida diaria con el menor grado de ayuda posible.
Mantenimiento: Debe adecuarse al grado de tolerancia física del paciente o adulto mayor. El programa debe incluir ejercicios respiratorios, flexionar y extender los miembros, practicar ponerse en pie y sentarse de nuevo, dar paseos cortos varias veces al día, y si es posible, realizar algún tipo de gimnasia, mejor si es pautada. El objetivo fundamental es reforzar los grupos musculares directamente implicados en asegurar la autonomía en las actividades de la vida diaria, sobre todo para la deambulación. La coordinación puede potenciarse con la realización seriada de un determinado ejercicio. Las manualidades son también una buena alternativa.