¿Tienes un familiar en cama que necesita de asistencia para vivir? ¿ Sabes cuáles son los riesgos mas comunes de cuidarlo en casa?
La movilidad es un componente esencial en la vida del hombre. Gran parte de nuestras funciones vitales precisan de esta actividad para realizarse de forma satisfactoria.
El síndrome de desuso es el conjunto de riesgos que engendra la inmovilidad. Éstos y la incapacidad para el autocuidado constituyen los problemas básicos del paciente encamado. La capacidad de movilización es un indicador del nivel de salud del paciente y de su calidad de vida, ya que determina su independencia.
Una persona que, como consecuencia de una enfermedad, un traumatismo o una situación de alta dependencia pasa la mayor parte del tiempo encamada y, por tanto, en situación de inmovilidad, está expuesta a una gran variedad de complicaciones que pueden afectar a diferentes partes del organismo y alguna de las cuáles pueden ser graves, especialmente si se trata de pacientes adultos mayores.
Sistema cardiovascular: la circulación sanguínea se hace más lenta y como consecuencia aumenta el riesgo de sufrir tromboflebitis, trombosis venosa profunda y tromboembolismos, especialmente pulmonares. También pueden aparecer alteraciones de la frecuencia cardiaca, así como hipotensión ortostática, que se produce ante los cambios súbitos de posición y se traducen en mareos e incluso desmayos.
Sistema respiratorio: se genera un deterioro de la ventilación pulmonar que incide en la retención de secreciones y, por tanto, en un incremento del riesgo de infecciones, como la neumonía.
Sistema urogenital: la incontinencia urinaria es la complicación más frecuente y de ella se puede derivar la aparición de eritemas, infecciones urinarias y formación de cálculos renales.
Sistema musculoesquelético: la inmovilidad causa la pérdida de masa muscular y como consecuencia la atrofia y pérdida de resistencia de los músculos. Pueden aparecer contracturas, rigidez articular y otros problemas musculares que dificulten el movimiento del paciente. Ello supone un deterioro funcional importante, especialmente en las articulaciones, que puede causar dolores significativos. Este deterioro conlleva a largo plazo la pérdida de control de esfínteres. Asimismo, se sufre una pérdida de masa ósea, acelerándose el desarrollo de la osteoporosis y, por tanto, el riesgo de fracturas.
Sistema digestivo: es frecuente la pérdida de apetito con el consiguiente riesgo de malnutrición. También se producen problemas de deglución y alteraciones de la de formación del bolo fecal, con episodios frecuentes de estreñimiento y una tendencia al reflujo gástrico.
Piel: las ulceras (escaras) por presión son las complicaciones más conocidas y habituales si no se cambia frecuentemente al paciente de posición. La incontinencia urinaria y fecal y la maceración también pueden causar eccemas.
Sistema nervioso: la falta de estímulos externos puede facilitar el deterioro cognitivo, la deprivación sensorial, un síndrome confusional, pérdida de atención y una alteración del sentido del equilibrio. Asimismo, puede generar la aparición de un cuadro depresivo.
Cuando un paciente pasa mucho tiempo en cama se deben extremar los cuidados para evitar estas posibles complicaciones. Este alto nivel de dependencia, asimismo, induce el agotamiento del cuidador y lleva a la necesidad de institucionalizar al paciente en hospitales, asilos, o residencias de retiro especializadas, para garantizar los cuidados necesarios.
Sin embargo, diversos autores señalan la elevada prevalencia de situaciones de deficiente movilidad en unidades de hospitalización e internamiento tanto agudas como crónicas. Otros aportan datos que sugieren diferencias en la incidencia de inmovilidad y las relacionan de forma directa con la calidad asistencial y de los cuidados que se aplican en los diferentes centros de atención.
Por lo tanto, en la Residencia especializada de Retiro Juan Pablo II, brindamos atención integral a estos pacientes, es decir individualizamos el plan de cuidados estándar, para determinar en cada caso los problemas o diagnósticos que presente el paciente. Este plan de cuidados está orientado a mejorar o mantener el estado de salud y a prevenir las complicaciones propias del encamamiento prolongado. La aparición de estas complicaciones dependerá del grado de inmovilidad, del tiempo que lleve encamado y de la patología de base que presente el paciente, así como de su estado general.