De la necesidad de abordar la Ansiedad y la Depresión como Síndromes Neuroconductuales progresivos #20: El peligro del falso y prematuro diagnóstico de la depresión como enfermedad.
Como hemos visto en entradas anteriores, lo importante para poder abordar la depresión, es un cambio de perspectiva, un replanteamiento de su definición, su desarrollo, y las expectativas reales de poder utilizar nuestros rasgos depresivos a nuestro favor.
En México, una de las principales problemáticas al hablar de salud mental es la cultura y las costumbres basadas aún en el pensamiento mágico, en las ideas costumbristas retrogradas y peligrosas que evitan que la gran mayoría de la población mexicana pueda tener una vida plena y libre.
En el caso de la depresión, un estigma se cierne sobre la cabeza del individuo afectado y no solo tiene que lidiar con su propia confusión, además debe lidiar con personas que llevan impreso en sus psiques, ideas que lejos de ayudarlo, pueden orillarlo a cosas tan extremas como el suicidio, sobre todo en estados como Yucatán, que teniendo muy poca población se encuentra en el tercer lugar en tasas de suicidio en todo el país.
El problema de la psiquiatría actual y sus tratamientos farmacológicos es que estos siguen basándose en la “Serotonina” y los inhibidores de recaptura de esta hormona neurotransmisora como la panacea en el tratamiento de cualquier tipo de estado depresivo, pero sabemos de las controversias en diferentes publicaciones médicas, las dudas que genera cuando un paciente empieza a tomarlas y “no siente nada”, detectamos dudas en las conversaciones con nuestros pacientes, etc.
Pero la prueba inequívoca de que esta forma de abordar la depresión es incorrecta, es que la persona afectada por un estado depresivo o, dicho de otra forma, afectado por cierto grado de tristeza, debe de manera obligatoria que considerar a su tristeza como una enfermedad, y esto definitivamente no es un planteamiento correcto. En este caso podemos entender la renuencia de los pacientes que no consideran que deban tomar medicamentos para su tristeza, e incluso podemos entender que los pacientes no quieran clasificar su tristeza, duelo, frustración, etc., como una depresión clínica.
Es entonces cuando nosotros como Médicos especialistas debemos decidir, junto con el paciente que nos está consultando, cual es el plan de acción más adecuado para él o ella, para lograr esto es sumamente importante hacer una revisión médica completa, con una anamnesis rigurosa y extensa, y de esta forma considerar que es lo que esta en juego con el estado emocional afectado del paciente, que es lo que el paciente quiere lograr tratando sus síntomas y sobre todo que tipo de persona quiere ser, y además debemos considerar siempre que es lo que nuestros pacientes piensan sobre lo que significa ser humano.
Por eso en lugar de apresurarnos a aplicar pruebas estandarizadas para detectar depresión (es decir el sin fin de cuestionarios que nos aseguran un diagnóstico preciso) debemos realizar un mejor trabajo en la investigación de las formas en que el paciente lidia con su realidad y en base a esto aplicar un plan para que sus propios procesos le ayuden a adaptarse mejor a las situaciones del día a día, un muy buen comienzo en esta dirección es considerar a la depresión como un síndrome neuroconductual progresivo que puede ser mantenido a raya si la metodología de abordaje es la correcta.