De la necesidad de abordar la Ansiedad y la Depresión como Síndromes Neuro conductuales progresivos #18: Resumen de tesis.
El problema actual de la depresión y la ansiedad es su definición, tanto de la depresión y ansiedad en sí, como del conjunto de signos y síntomas que imperan en el desarrollo de este síndrome; Estos signos y síntomas están estigmatizados y evitan que el propio individuo de importancia a las primeras manifestaciones leves, provocando una progresión que muchas veces termina siendo peligrosa. Si nos concentramos en el vocabulario que define a los signos y síntomas de la ansiedad y la depresión, encontramos palabras que tienen connotaciones completamente negativas y en el caso de la ansiedad a veces la sintomatología se confunde con el padecimiento, como la angustia, en el caso de la depresión, síntomas como culpa, fatiga, estrés, melancolía, tristeza, todas estas palabras corresponden a conceptos que culturalmente nos han funcionado para adaptarnos y explicar situaciones de nuestra propia naturaleza, pero también son palabras que estamos educados a rechazar dentro de nuestra naturaleza mental.
Si queremos tener éxito en el control de la ansiedad y la depresión debemos abordarlo distinto a como lo hemos hecho, cambiar la definición de la ansiedad y la depresión como enfermedades y empezar a tratarlas como Síndromes neuroconductuales progresivos, es un primer paso para intentar hacer uso de distintas medidas y probar nuevos y mejores tratamientos.
Un síndrome Neuro conductual progresivo se define como el conjunto de síntomas físicos y emocionales que se presentan de manera temprana y que progresan hasta conseguir el cambio negativo o de naturaleza limitante en las ideas, comportamientos, acciones, o conductas, que en una persona determinada se consideraban usuales o “normales”.
Los trastornos mentales plantean diversos problemas especiales que no se encuentran en otros campos de la medicina. Primero están las variaciones amplias de la personalidad, el carácter y la conducta hasta un punto en el que empieza a ser difícil verificar donde termina la normalidad y donde inicia lo anormal. Después tenemos que los métodos para estudiar las enfermedades mentales son bastante subjetivos, dependen sobre todo de las percepciones del médico, de los secretos y los propósitos ocultos del paciente, y de las capacidades del paciente para describir y narrar de manera reveladora sus síntomas; estas últimas capacidades varían de acuerdo con la inteligencia, la personalidad, la educación y el estado de la función cerebral del paciente. Por último, y lo que más disgusta al neurólogo, la mayoría de las entidades clínicas tratadas por la especialidad de psiquiatría no son enteramente verificables; su existencia no puede corroborarse con toda confianza mediante pruebas de laboratorio ni durante el examen de necropsia.
Cuando se intenta estudiar un trastorno mental debe estarse al tanto de otro problema, más oscuro y en esencia teórico. En este caso los médicos observamos que hay dos formas distintas y al parecer antiéticas de abordar la función nerviosa trastornada: una se basa en las líneas estrictamente médicas o neurológicas, y la otra es psicológica. Debemos aprender a utilizar ambos tipos de datos, uno de ellos obtenido de las observaciones de la conducta del paciente y el otro de la introspección del propio paciente.
En la siguiente entrada les hablare sobre el abordaje de estos síndromes de manera multidisciplinaria con base en la neurología conductual.