De la necesidad de abordar la Ansiedad y la Depresión como Síndromes Neuro conductuales progresivos #7: ¿Qué factores afectan la identificación y diagnóstico de la depresión actualmente?
A pesar de que cada vez más personas acuden a consultar sobre su salud mental, la depresión pasa desapercibida o recibe un manejo primario mediocre. Tal parece que el estigma de la enfermedad mental afecta la forma en que una persona percibe sus síntomas. Esto puede explicarse con los estudios de Schulman quien menciona que las personas tienden a compartir menos sus síntomas emocionales porque generan sentimientos de vergüenza
El problema actual de la depresión es su definición, tanto de la depresión en sí, como del conjunto de signos y síntomas que imperan en el desarrollo de este síndrome; Estos signos y síntomas están estigmatizados y evitan que el propio individuo de importancia a las primeras manifestaciones leves, provocando una progresión que muchas veces termina siendo peligrosa. Si nos concentramos en el vocabulario que define a los signos y síntomas de depresión, encontramos palabras que tienen connotaciones completamente negativas, como culpa, fatiga, estrés, melancolía, tristeza, todas estas palabras corresponden a conceptos que culturalmente nos han funcionado para adaptarnos y explicar situaciones de nuestra propia naturaleza, pero también son palabras que estamos educados a rechazar dentro de nuestra naturaleza mental.
Por lo tanto, el diagnóstico temprano de la depresión resulta también un diagnóstico cultural ya que esta afecta la forma en que la gente describe sus síntomas, ya sea si deciden describir sus síntomas emocionales o sus síntomas físicos. Es decir, que la persona se asegura que sus síntomas sean “culturalmente apropiados” y que no los haga quedar mal ante la sociedad. Por ejemplo, muchos estudios han comprobado que los pacientes asiáticos describen primero sus síntomas somáticos, y después de esto se sienten más cómodos para describir sus síntomas emocionales cuando se les pregunta directamente.
Ahora podemos ver que cada cultura tiene su propia forma de darle peso, importancia, y preocupación a esta experiencia subjetiva que llamamos enfermedad, y salud mental, por ejemplo actualmente en México la mayoría de los adultos en edad económicamente productiva tienen la opinión de que la enfermedad mental es imaginada, y que es la voluntad y la religión las únicas que pueden corregir el desbalance físico y emocional; el ataque y la ridiculización a quienes buscan ayuda para su salud mental es constante en la sociedad mexicana.
Por otro lado, la estadística de las enfermedades mentales prevalece más en ciertas culturas y comunidades donde puede haber más factores genéticos o sociales. Por ejemplo, la prevalencia de la esquizofrenia es consistente alrededor del mundo, pero la depresión, los trastornos de estrés postraumático y las tasas de suicido se han atribuido más a factores mixtos que incluyen factores culturales y sociales. En base a estas influencias e ideales culturales, las personas deciden como lidiar con la enfermedad mental y su búsqueda de tratamiento difiere de muchos factores a tomar en cuenta, desde la raza, sexo y demás particularidades de la persona.
Por lo tanto, al recibir a una persona en el consultorio que experimente un abanico de síntomas que parezcan no estar relacionados entre sí, y aunque no mencione su estado mental, es mejor tomarnos nuestro tiempo y hacer una mejor historia no solo clínica, si no particular y específica que con toda seguridad nos orientara hacia un mejor entendimiento del problema de salud de base.
En la siguiente entrada hablare de la nueva teoría sobre la depresión y sus implicaciones.